Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espácio con imágenes de províncias, de reinos, de montañas, de bahias, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
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