El
hecho de que alguien pregunte
con
cuántos caballos soñó Shakespeare
entre
1592 y 1594
significa
que aún se puede tomar aliento,
que
no todo está perdido.
Quien
quiera puede responder
con
uno con muchos con ninguno,
sin
esperar acertar en la cantidad, pero
dando
por sentado que Shakespeare sí soñó
con
algún caballo entre 1592 y 1594.
Como
lo terrible sería dudar la pregunta,
como
el nivel normal de realidad exigiría destruirla
es
una pregunta que revoluciona la respuesta.
Si
respondo que soñó con un caballo salvaje
que
corría en el bosque
o
con dos que galopaban en círculos en el campo
o
con siete que relinchaban a medianoche en un establo,
todo
eso prueba una sola cosa: hay poesía.
Tania Ganitsky, Postal del Oleaje, 2013.
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