El aire cristalino de la noche
suena púdicas rosas amarillas
de jardines fogosos, estalantes
en las playas deshechas a
plegarias.
Plateada e negra, la espessura,
negro y plata del río,
revela melodia común a
tu cuerpo y a la nube delicada.
La entraña de los valles,
nocturna, voluptuosamente,
se saluda: qué alborozada voz
de franqueza fluvial cruza los
campos.
La noche enseña al cielo
la honradez de la tierra,
- Gloria!:
crece candela fascinante en los
sembrados, desfallece el manantial
profundo, helado, de color.
Noche maravillosa y campesina
- gran firmamento de purpúreo azul
-;
cielo duro, marino.
Cintio Vitier, Antología de mis versos, Editorial Oceano, México D.F., 2002.
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