Quien
dice que la ausencia es homicida
no
sabe conocer rigor tan fuerte,
que
si la dura ausencia diera muerte,
no
me matara a mí la propia vida.
Mas
ay que de tus ojos dividida
la
vida me atormenta de tal suerte,
que
muriendo sentida de no verte,
sin
verte vivo, por morir sentida.
Pero
si de la suerte la mudanza
es
fuerte me asegure la evidencia
que
tanto me dilata una tardanza,
No
quede el sentimiento en contingencia,
que
el milagro mayor de la esperanza
es
no rendir la vida a tal ausencia.
Soror Violante
do Céu, Rimas Várias, Lisboa,
Presença, 1993.
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