Después de todo -pero después de
todo-
sólo se trata de acostarse juntos,
se trata de la carne,
de los cuerpos desnudos,
lámpara de la muerte en el mundo.
Gloria degollada, sobreviviente
del tiempo sordomudo,
mezquina paga de los que mueren
juntos.
A la miseria del placer, eternidad,
condenaste la búsqueda, al injusto
fracaso encadenaste sed,
clavaste el corazón a un muro.
Se trata de mi cuerpo al que
bendigo,
contra el que lucho,
el que ha de darme todo
en un silencio robusto
y el que se muere y mata a menudo.
Soledad, márcame con tu pie
desnudo,
aprieta mi corazón como las uvas
y lléname la boca con su licor
maduro.
Jaime Sabines, retirado de http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/mexico/jaime_sabines.html
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